miércoles, 23 de enero de 2013

DESDE MI BALCÓN

Desde mi balcón que da a la alameda,
en las tibias tardes los veo llegar,
vienen despacio cogidos del brazo,
buscando aquel banco donde el sol está.

Desde mi balcón les veo cada tarde,
envidiando un poco su felicidad,
ese limpio amor que brilla en sus ojos,
me causa alegría y pena de da.

Se sientan risueños como dos chiquillos
ajenos al mundo parecen estar,
se miran, sonríen, como enamorados
poniendo poesía en aquel lugar.

Yo curiosa les miro, les miro
sus rostros arrugados llenos de bondad,
sus cabellos blancos hechos plata y nieve
me inspiran pureza, respeto me dan.

Desde mi balcón que da a la alameda
miro tristemente como el sol se va,
y veo a los viejitos cogidos del brazo
que lentos, muy lentos, se van del lugar.

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