miércoles, 30 de enero de 2013

LAMENTO DEL VIERNES SANTO

                                                                             Dedicado a la Virgen del Valle

Ya viene, madre, ya viene,
¿no escucha usted las campanas,
y el redoble de tambores,
y el crujir de las pisadas?

Ya viene, madre, ya viene.
Abrid por Dios la ventana,
que quiero oler los claveles,
que va besando sus plantas.

Mírela como ya vuelve,
de recorrer calles y plazas,
con su carita de nieve,
húmeda de tantas lágrimas.

Es tan chiquita y tan suave,
y hay tanta pena en su cara,
que dan ganas de besarle,
esas manitas de nácar.

Pero yo no puedo, madre,
ni acercarme a la ventana,
para decirle entre llantos,
que ya no puedo cargarla.

¿Cargarla? ¡Mal me resulta la frase!
es más bonito, llevarla,
llevarla por los caminos
sobre unas fuertes espaldas.

Oíd cómo paso a paso
la piropean y cantan,
esas saetas que tiemblan
en las gargantas gitanas.

Cuántas veces he llorado,
y he mezclado con mis lágrimas,
ese sudor que hoy deseo,
volviera a mojar mi cara.

Porque sí, Virgen bendita,
fuí feliz mientras llevaba,
sobre mis hombros tu peso,
lo mismo que una medalla.

¿Qué importaban cuando a veces,
se mancharon mis alpargatas,
de sangre roja y caliente,
que crueles piedras causaran?

¿Cómo sentiré el dolor,
que a mis pies martirizaba,
cuando el tuyo era mayor,
Virgen y Reina Gitana?

Pero hoy ¡Virgen del Valle!
mis hombros ya no te cargan,
están enfermos y rotos,
ya no sirven para nada.

Cuidad de Ella, hermanos,
llevadla con suave calma,
para que hasta el mismo Dios,
se asome a contemplarla.

¡Adiós, Reina de la Calle El Sol!
No olvides esta ventana,
donde estaré cada año,
para verte cuando pasas.    
       

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