lunes, 21 de enero de 2013

EL REGRESO

Hoy he regresado al pueblo,
después de años de ausencia,
y en mi corazón se abren,
heridas que estaban secas.

Igual sigue el campanario
con su graciosa veleta,
y al pie el viejo convento,
"Hijas de Santa Teresa".

Luego tu calle, que huele a flores,
chiquillos jugando en ella,
las rejas de tu balcón,
cubiertas de enredaderas.

Todo me parece nuevo,
para mi alma sedienta.
La fuente de las palomas,
a la sombra de tu huerta.

Cruzo el prado, la cañada,
y me acerco a la encina aquella,
donde te dí el primer beso,
por tus quince primaveras.

Aún están nuestros nombres,
sobre la dura corteza,
el tuyo: María del Carmen,
el mío Juan, y la fecha.

Casi me parece verte,
sentada sobre la hierba,
la falda llena de flores,
y el sol prendido en las trenzas.

Y yo te dije te quiero,
y tú, de ternura llena:
- También yo, - me respondiste,
y el cielo, tuvo otra estrella.

Aquella noche los dos,
sé que la pasamos en vela,
y contamos los luceros
por la ventana entreabierta.

Otra vez vuelvo a tu calle,
el cielo pone en las piedras,
sus lágrimas de rocío,
en triste y callada queja.

El portal envuelto en sombras,
los blancos muros en tu huerta,
la reja de tu balcón,
cubierta de enredaderas.

Fue una tarde, sin sol para dar tibieza,
sin aire oliendo a albahaca,
que bajase de la sierra.

Con los labios sin color,
con la cara amarillenta,
- no puedo salir contigo,
- me dijiste en la puerta.

-¿Qué tienes?- Te pregunté,  
y ante mi mirada inquieta,
buscaste una sonrisa,
donde solo había una mueca.

- Si no es nada - y al mentirme,
ahogó tu pecho una queja,
que se clavó en mis oídos,
y retumbó en mi cabeza.

Tropezando como un ciego,
me retiré de tu puerta.
Se había quemado en tu frente,
el beso que puse en ella.           

Muchos años han transcurrido,
de la madrugada aquella,
en que la pasé llorando,
abrazado a tu candela.

Y no volví a verte más,
aunque fui tu centinela,
con los ojos en tu balcón,
y los sentidos alerta.
Te estabas muriendo dentro,
y yo... me moría afuera.

Hoy he regresado al pueblo,
después de años de ausencia.
La vejez sobre los hombros,
es todo lo que me queda.

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