miércoles, 23 de enero de 2013

EN UN AGOSTO TEMPRANO

                                                                                        A mi hija Mª del Pino


Tú llegaste con la aurora
en un agosto temprano.
Huella de luna en tu carne
y el primer rocío en tus manos.

Luceros de medianoche
trajo tu pelo enredados.
Olía el aire a albahaca,
a madreselva y a nardos.

Tú llegaste y mi cintura
se quebró igual que un tallo.
Mi dolor guardó silencio
para oír tu primer llanto.

Campanillas de cristal
se puso el sol en sus rayos.
De tanto azul, gemía el cielo,
y de tanto verde el campo.

Columpios de enredaderas.
Jardines con mil naranjos.
Allí donde había hermosura
mis ojos se iban posando.

Tú llegaste con la aurora
en un agosto temprano.
Ramito de clavellinas
que Dios dejaba en mis brazos.

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